domingo, 13 de enero de 2008

Hombre y Sociedad

Cualquier diccionario nos definirá la palabra Hombre, como un ser dotado de inteligencia, del reino animal, mamífero, y capaz de comunicarse a través de un lenguaje articulado. Como un ser formado por cuerpo y alma.
Sin embargo esto va más allá, ya que la pregunta en sí, ¿qué es el hombre?, presenta unas características muy especiales, ya que interpela al mismo hombre que se interroga, sobre todo en este mundo de hoy donde las explicaciones racionales, científica han envuelto su esencia y naturaleza como ser superior dotado de inteligencia y voluntad, en un eslabón más de un proceso natural dentro del desarrollo de las especies, poniéndolo, como una concesión, en el vértice de la pirámide de ese desarrollo .
Sin embargo el solo hecho de que el hombre se pregunte sobre sí mismo, lo pone por encima de cualquier otro ser, animal o cosa, por ejemplo, un árbol, un vehículo, un animal quienes no se preguntan sobre su existencia, origen o fin, interrogante que si se ha planteado la humanidad desde el comienzo.
La ciencia de la filosofía, ha tratado, desde sus múltiples corrientes, explicar, o hacer un estudio racional del pensamiento humano en su doble dimensión, desde el conocimiento y la acción. Las grandes civilizaciones y culturas en nuestra historia han tratado de dar una explicación a esta pregunta. La manifestación del hombre como ser religioso también agrega sus definiciones en busca de una repuesta.
Todas estas inquietudes del hombre por conocer su principio y fin, han contribuido al hecho del conocimiento en si de lo que es el hombre.
La Fe cristiana, que dimensiona al hombre como hijo de Dios y a la naturaleza como su obra, es la única que puede confirmar y esclarecer una explicación, aunque parezca paradójico, racional, al ayudar a comprender la inteligencia del descubrimiento del origen del hombre, y su fin, desde la magnífica obra de la creación emprendida por Dios.
El hombre, es decir, hombre o mujer, en cualquiera de sus etapas de desarrollo, ser individual, dotado particularmente de inteligencia y voluntad, es por naturaleza un ser gregario, o sea, gusta estar en compañía de otros de su misma especie. Hecho que desde los inicios de la humanidad, ha sido uno de los motivos de su desarrollo social. Compartir ideas, inventos, estilos de vida, y hasta para la supervivencia y la guerra. Desde aquellas lejanas organizaciones tribales, matriarcales donde las mujeres desempañaban, por ser fuente de vida, un papel predominante en esos grupos humanos particulares, hasta las megas ciudades y sociedades globalizadas del día de hoy, el hombre ha dado un gran paso en lo que se refiere a la estructura de su relacionamiento social.
Una sociedad, es un conjunto de personas, que forman familias, comunidades, naciones, que interactuan entre sí, donde existe un diálogo. Intercambio de trabajo, medio donde el hombre puede desarrollar sus capacidades y potencialidad, donde puede responder a su vocación para servir a los demás, donde cada individuo tiene deberes con la comunidad, donde debe ejercer sus derechos, respetar las leyes. La sociedad obedece a reglas específicas, pero para ser sana, su principio y fin, debe ser la persona humana, y todo lo que ello involucra, hacia la persona en sí y al medio ambiente que lo rodea.
La sociedad, y por supuesto el Hombre de hoy, mediatizado, bombardeado diariamente con nuevas tecnologías, estilos de vida y de relacionamiento social, ha perdido lo más hermoso de su dimensión, el amor, y la solidaridad, en ara de patrones económicos, políticos y sociales, donde el hombre en si es un medio.
Hoy día, es cada vez más difícil, pensar, o encontrarse consigo mismo, analizar los esquemas de relacionamiento que se viven, muchas veces no solo en la sociedad, sino en la misma familia, en el trabajo, con el vecino. Cada vez se comparte menos, se mata al hombre interior creador, participativo, de relacionamiento por naturaleza, el compartir se limita al prójimo familiar y hasta se condiciona.
¿Dónde sé está perdiendo el camino o dónde se perdió? , ¿Es la sociedad en si?, ¿es el hombre integrante de esta sociedad, que se ha dejado envolver por los acontecimientos?
¿Quiénes están, o que esta fallando, las instituciones creadas por el hombre, la educación, el exceso de individualismo, el dejar de asumir nuestras obligaciones con la sociedad o dentro de la sociedad, la falta de respeto a la dignidad del hombre, la pérdida de un bien común?

Carlos Marcos Sebastiani B.
Enero 2008

Macanao, Isla de Margarita

Margarita, 12 de julio de 2007
Macanao
A tempranas horas de la mañana llegamos a Chacachacare.
Todavía no se había encapotado el cielo y la vista desde la cima del puente era espectacular. Normalmente uno esta acostumbrado a transitar sobre puentes que salvan accidentes del terreno, o sobre corrientes de ríos de agua dulce, pero incluido el puente sobre el lago en Maracaibo no hay otro más espectacular en la vista que ofrece que el que salva la boca de la entrada de la Laguna de la Restinga.
Se puede apreciar las riberas llenas del tupido mangle, el hermoso canal que se abre, por un lado al mar generoso, y por el otro a La Laguna, que como una mujer bonita esconde miles de encantos sólo para brindarlos al que se acerque con cariño.
Los pueblitos de Macanao se muestran humildes en su concepción. Pero en el ambiente se saborea el cariño y la lucha tenaz de sus habitantes por hacer de su terruño un sitio placido y agradable. Las ensenadas tranquilas, algunas profundas, acogen varias flotas pesqueras, cuyos barcos de mediano calado pero de robusta estructuras, ofrecen un medio a los pescadores para extraer las más variadas especies; comerciar con ellas internacionalmente, o en alta mar, y en la propia Isla. Las casitas que forman los pueblos no tienen más pretensiones que la de cobijar a sus dueños, eso si, se ven bien cuidadas y arregladitas lo que indica el cariño de sus moradores. Al igual que los pequeños cementerios donde cada sitio de reposo de los difuntos posee un techito que los protege del sol. Todas las casas están juntas unas de otras en una sola sucesión, a excepción de las más nuevas que se abren a la salida y entrada del pueblo. La mayoría de los techos de tejas se ven pintados con el pincel de la pátina del tiempo. Los guayacanes y anones se adornan con sus mejores colores, y el ardiente sol no logra hacerles mella, ni a casas ni a los frondosos árboles.
Macanao presenta un paisaje xerófilo con abundantes cardones tunas y yaguares, no faltan las verdes cuicas, ni la retama. Y los guatapanares compiten con los yaques y cujies. La tierra se muestra árida pero por retazos hay explosiones de verdes, en tonos intensos y claros. Sobre todo en las depresiones del terreno que forman los pequeños cerros y accidentes de la topografía donde se acumula, y permanecen, las agua de lluvia por más tiempo, luchando sin rendirse ante el ardiente sol.
De las poblaciones de Macanao siempre me han gustado Chacachacare, Boca de Río, ambas de costa, y San Francisco mediterránea por naturaleza. San Francisco es de una sola calle principal y varias laterales donde las casas han sido vejadas, saqueadas, muchas veces con la complicidad de sus dueños, quienes venden sus tejas, puertas y ventanas que han acumulado la experiencia del paso del tiempo, para ser colocadas en nuevas construcciones, en un afán de darles un sabor de antaño.
Laguna de Raya, Punta Arenas, La Pared, El tunal, El saco, son playas donde uno tiene para escoger la que más le guste. Todas son oceánicas, blancas arenas y suave oleaje. Realmente a uno le provoca bañarse, introducirse suavemente en las aguas, y sentir la caricia del sol y el frescor de las mismas.
Una de las cosas que extrañe de este paseo por Macanao fue la ausencia de pájaros, los cuales siempre abundan en la zona. Entre el clima brumoso y las esporádicas lluvias me quitaron el placer de ver esas saetas de colores surcando el cielo.

CMSB