martes, 28 de agosto de 2007

El General Colmenares

Los Castores 22 de julio de 2006

El General Colmenares.

La Venezuela que surgiera de la gesta emancipadora no le fue fácil regresar a la normalidad después de más de 14 años de guerra. Le costo muchísimo llegar a desarrollar un sistema democrático de gobierno. La guerra de Independencia librada en contra de la Monarquía Española, y que culminó con la Batalla de Carabobo de 1821, y dos años después con la batalla del lago de Maracaibo el 24 de julio de 1823, fue el crisol donde se fundó la República. Durante ese periodo nuestro País solo dio pasos tambaleantes como Nación libre. Pero ahí no terminó todo. Ejemplo de ellos fueron los hechos que se comenzaron a desarrollar una vez creada la República, especialmente de 1826 a 1830 producto del movimiento abanderado por Páez denominado la Cosiata. Este movimiento culminó con la separación y muerte de la Gran Colombia, y sólo dio inicio a revoluciones y revueltas que plagaron nuestro País durante esos primeros años de vida republicana. Dejando la Nación en un estado de anarquía y postración que solo gracias al tesón y aguante del venezolano se logró sacar adelante. Entre el Caudillismo, representado mayormente por militares y héroes de la Independencia, y los hacendados y comerciantes del partidos Liberal, o del Conservador, el primero integrado por la burguesía comercial y el segundo por militares, y el mantuanaje que había dirigido el país casi desde los primeros años de la colonia, se emprendieron guerras intestinas donde la forma de gobierno: de Centralismo, o de Federalismo, era lo que se quería imponer por uno, u otro bando, para gobernar el País.
Hasta la llegada de Cipriano Castro al poder, habían pasado por la presidencia dieciocho Presidentes, algunos de ellos con dos y tres períodos. Períodos que iban desde los dos años, 1886 a 1888 Guzmán Blanco; El denominado quinquenio, (1879-1884) también periodo de Guzmán, y hasta de siete años, Antonio Guzmán Blanco de 1870 a 1884 denominado el septenio, Y no digamos el caso del General José Antonio Páez quien también gobernó tres periodos y fue el poder detrás del trono de varios presidentes. O los Monagas quienes se alternaron en la presidencia por cinco diferentes periodos.
Ignacio Andrade del partido Liberal, fue presidente durante el periodo 1898 a 1899. Había sido el candidato oficial del Presidente Joaquín Crespo. Jesús Manuel Hernández, El Mocho, había sido su contendiente y denunció que se había producido un fraude durante las elecciones, por lo que tomó el camino de las armas. El mismo Crespo salió a combatirlo. Después de varias escaramuzas y batallas, el Mocho fue detenido en el sitio denominado El Hacha, en el Estado Cojedes, el 12 de junio de 1898. Pero el 16 de abril de 1898 había muerto el expresidente Joaquín Crespo (dos periodos), por una bala de origen dudoso, en el sitio denominado La Mata Carmelera.
Cuando Cipriano Castro y su Revolución Liberal Restauradora invadió desde Colombia, el 23 de mayo de 1899, en lo que sería la primera llegada de los andinos al poder, el Presidente Ignacio Andrade del Partido liberal tradicional, había llevado a este partido y a su gobierno a la decadencia. Castro después de convencer a Juan Vicente Gómez su compadre, y quien lo sucediera años más tarde en el gobierno, junto con 60 hombres iniciales, en las primeras de arranque, llegó a formar un ejecito de 1500 hombres, todos ellos procedentes de Colón, Lobatera, Tovar, y Capacho. Partió camino a San Cristóbal de donde salió airoso de su primera batalla. Luego vence en Las Pilas, Tononó, El Zumbador, pasa a Mérida, luego a Trujillo, Tovar, y Valera, sumando una cadena de victorias y de hombres al ejercito de su revolución. Toma Carora, y flanquea Barquisimeto, luego viene Nirgua y Valencia, Tocuyito y La Victoria donde se reúne con emisarios del gobierno, para más tarde entrar triunfante en Caracas. Desde ahí gobernaría soportado por sus correligionarios, con un carisma especial que lo llevó a enfrentar un bloqueo marítimo de las naciones más poderosas del mundo de ese entonces.
El porqué de este relato, se debe a un comentario que me hizo mi tío Hermágoras, contado a su vez a él por una Tía que disfrutaba de una memoria prodigiosa, capaz de memorizar nombres y caras, y recitar números de teléfono como si estuviera diciendo el abecedario.
Narraba ella de un General, de los de antes, que con 200 hombres armados con machetes y palos eran capaces de tumbar un régimen. Este General fue afecto al gobierno durante la Revolución Liberal Restauradora. Se había empeñado en varios combates y hecho de armas contra grupos revolucionarios, logrando salir siempre airoso. Hombre fuerte y a carta cabal capaz de cualquier cosa, que no se le enfriaba el guarapo, y cuya honestidad y sentido del honor era no corrompible.
En cierta ocasión, todavía Cipriano Castro en Campaña, posiblemente después de las acciones de Carora, o de haber flanqueado Barquisimeto, ordenó que le buscaran al General Colmenares, a quien quería conocer, ya que su fama de buen guerrero y hombre justo le había llegado a los oídos, y aunque había luchado en contra suyo deseaba conocer a un hombre de tantas cualidades. La reunión se logró y se produjo después que el General Colmenares fuera convencido de presentarse ante El General Cipriano Castro.
Según el relato, al principio el encuentro fue tenso y distante dado que ambos generales pertenecían a bandos diferentes, pero en la medida que fue pasando el tiempo y saliendo a relucir las acciones de guerra el ambiente fue normalizándose al punto que cuando el General Cipriano Castro narraba los últimos días transcurridos de su epopeya, haciendo hincapié en las tomas de Valera y de Carora, el General Colmenares viendo fijamente a Cipriano Castro a quien le bailaba una sonrisa en los ojos, le dijo con voz cargada de soberbia y emoción”: General: si Yo juera estao jallí, uste no-juera pasao”, se paro del taburete donde estaba sentado, se encasquetó el sombrero en la cabeza y salió del recinto.
En cierta oportunidad se presentó una situación por los lados de Cabudare con unos hermanos de apellido Nello que eran más malos que Guardajumo, que cometían delitos contra quien fuera sin importar edad ni condición. Las autoridades cansadas de que los esquivos bandidos escaparan pensaron en un ardid, y conociendo que el General Colmenares tenía contactos en la zona de correrías de los Nello, le propusieron tenderles una trampa. El General debía procurar contactarlos en un determinado sitio, para que cuando los Nellos se presentaran, las autoridades lo atraparan gracias al engaño. Pues el general montó en cólera y casi les cae a bastonazo a los emisarios, y echándoles una mirada que les enfrió el alma les dijo: “Búsquense a jotro, ¡carajo!, ansí no-se jace esa vaina. Ármenme, y yo se los traigo amarraitos”.

¡Bravo! Por el General.

Nota: Cuenta mi tío que al parecer, de alguna u otra forma, las autoridades lograron su propósito porque un día los Nello aparecieron muertos.

Carlos M. Sebastiani B.